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viernes, 4 de enero de 2019

El Mimetismo de los Perdigones

Uno de los pequeños/grandes placeres que da el "carrilear" es el poder sorprender a una perdiz desde la ventanilla de nuestro coche e intentar descubrir sus perdigones dispersos por la maleza donde rebuscan pequeños invertebrados y semillas que constituyen su principal dieta. Y realmente no es fácil el verlos porque ante el menor aviso de su madre no dudan en "achantarse" en el suelo y no se mueven de ahí, con lo que verlos no tarea sencilla.


Si somos pacientes y apagamos el motor del coche veremos como este hecho hace que la madre los reclame y se peguen a ella buscando su protección. Con lo cual podremos verlos mejor e incluso hacerle alguna foto pudiendo comprobar como se van haciendo mayores.



Conforme pasan los minutos van cogiendo confianza y vuelve a separarse de la madre y a dispersarse por la maleza, con lo que vuelven a desaparecer, casi, de nuestra vista mientra siguen dedicándose a la pitanza. Suerte la nuestra, la que tuvimos esta primavera pasada, de poder observar estas bellas escenas y compartirlas como un bonito trofeo de "caza" fotográfica.




lunes, 24 de diciembre de 2018

Meloncillos, la Gran Serpiente Peluda

Es el único carnívoro de hábitos totalmente diurno y es que comienza su actividad unas dos horas después de salir el sol y se retira a sus aposentos un poco antes de anochecer, con ello evita competencias y encontronazos con otros carnívoros más poderosos que el. A pesar de ser de eminentemente diurno no es fácil el observarlos, aunque normalmente se mueve  en grupos de 5 o 6 individuos. Puede llegar a medir más de un metro y es que solo su cola puede ser de más de 50 centímetros.


Recientemente tuvimos la suerte de encontrarnos con un grupo excepcionalmente numeroso de 8 individuos y poder observarlos a lo lejos como se mueven olfateando todo el terreno. Estos grupos  comparten madrigueras de tejones o de conejos. También pueden verse andando en fila india y en ese caso se llega a confundir con una "gran serpiente" con pelos dando lugar a muchas leyendas rurales.


Están especializados en matar serpientes y es que su duro pelaje les protege de sus mordeduras. Aunque su dieta es muy variada y come todo lo que se pone a su alcance: aves, reptiles, conejos, frutos. En nuestra zona es predado por el lince aunque no se lo come, también por las grandes águilas reales e imperiales.


sábado, 7 de abril de 2018

Bajada al Yeguas por Madereros. Primavera 2018

Llevamos algunos meses sin bajar al Yeguas por el Camino de Madereros y tras un descanso que nos dan las aguas nos decidimos a disfrutar de este hermoso sendero que en constante bajada y en unas dos horas de caminar nos dejarán en los más profundo del valle del río que nace en la cercana Sierra Madrona y lleva sus aguas al Guadalquivir.


El coche como siempre lo dejamos donde termina la autorización para poder usar el carril. Poco a poco nos adentramos en territorio lincero y prueba de ello son los carteles que indican los convenios con el programa Life con las fincas y que permite una actuación especial en ellas que favorezca la conservación de este escaso felino.


Si vamos atentos al suelo no es raro el observar incluso recientes deposiciones del gato.


Y de su principal presa, el conejo, junto a los lomos de ballena (granito) y las encinas.


La urraca suele ser una "chivata" de los movientos del lince ibérico ya que suelen o bien seguirlos para comer las sobras o bien darles la lata para expulsarlos de sus lugares de cría.


Vallas de piedra y dehesas de encinas son el paisaje que tendremos al comienzo del carril y algún que otro jarro de lata que lleva años colgado de una encina de un conocido cortijo.



Aproximadamente a los 30 minutos ya comenzaremos a bajar con más intensidad y el paisaje que se abre ante nuestros ojos son las sierras del Parque Natural de Andujar, contiguo al de Cardeña.


Se intuye el valle del río Yeguas y al fondo Sierra Madrona.


Cuando se acentúa la bajada la jara se adueña del terreno y tendremos ocasión de comprobar que estamos en zona cinegética.


Los narcisos empiezan a florecer.


Y de pronto veremos como el río Yeguas se abre camino y va horadando el terreno hasta formar estos profundos valles.


El puente de Valdelagrana que cruza el arroyo del mismo nombre y desemboca en el Yeguas es el primero que veremos.


No solo debemos de mirar hacia el suelo, en el cielo los buitres leonados, negros y las águilas reales e imperiales son habituales, ya que estos son terrenos propicios para su cría.


El caudal va muy crecido ya que todas estas lomas no paran de "ordeñar" agua al río.


Cuando ya llegamos al final de carril es cuando vemos el puente sobre el río Yeguas, que tendremos que cruzar para llegar al otro.


Debajo de dicho puente se encuentra otro pequeño tesoro, nidos de golondrina daurica.



Un paseo por sus orillas, un bocadillo y vuelta por el mismo sendero pero esta vez cuesta arriba. No nos importa, es un sendero que se disfruta desde el comienzo hasta el final. Unas cuatro horas de bajada y subida que nos saben a poco cada vez que las hacemos.


miércoles, 7 de marzo de 2018

El Gavilán sobre las Tejas de Azuel

Mañana esplendida de un otoño más que plácido, meteorologicamente hablando, nos preparamos para nuestra salida campera, hoy queremos andurrear algo por alguno de los bosques que inundan la Sierra Morena cercana que se ven desde Azuel. Salgo a ir cargando el coche con las mochilas y nuestra cámara de fotos cuando miro sobre un tejado frente al coche y veo un ave posada sobre las viejas tejas.


No me lo puedo creer, es un gavilán¡¡¡. Un autentico especialista de nuestros bosques donde se suele escuchar más que ver. Y allí lo tenemos frente a nosotros como diciéndonos: anda, saca la cámara y "retratame" aquí ya que en los bosques por los que hoy vas a andar no vas a poder hacerlo.


Son las sorpresas que siempre nos deparan nuestros días de campo en Azuel y sus alrededores...incluso antes de salir a pasear por el mismo.


sábado, 3 de marzo de 2018

Huellas de Tejón

Nuestros largos paseos por Azuel y sus alrededores siempre nos deparan sorpresas, unas veces de mayor y otras de menor tamaño, pero estas tierras son tan ricas que algo nuevo suele enseñarnos cada vez que salimos. En esta ocasión se trata de un suelo enbarrado donde algún animal deja impregnada su presencia por algo tan natural como su pisada. Se trata de un "pequeño oso" como es el tejón (Meles meles) que como tal plantigrado pisa plantando toda la pata, lo que hace que se quede perfectamente dibujada en el barro inmaculado.


La gran marca que dejan las uñas, sobre todo en las manos, lo delatan facilmente. Esas grandes uñas son utilizadas para excavar las grandes "tejoneras" que también podemos ver, si somos observadores, en muchos lugares de nuestros encinares. También tienen cinco almohadillas digitales y una gran almohadilla principal metacarpiana el doble de ancha que las digitales. Y como la marcha más usada del tejón es el paso suele plantar las patas posteriores encima de la anterior totalmente o justo por detrás.
El ver al animal muchas veces es lo de menos, lo más bonito suele ser ver indicios, fotografiar, buscar, comparar, imaginar, compartir...y recordar esos maravillosos momentos en la naturaleza.


jueves, 1 de marzo de 2018

Por la Vereda de Azuel a la Aldea del Cerezo

Desde Azuel parte una vereda que atravesando inmensas dehesas de encinas llega hasta la mismísima Aldea del Cerezo, es un camino de unos 12 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta que bien merecen la pena hacerlos de vez en cuando, porque siempre ofrece algo nuevo este hermoso camino.


Este otoño ha sido la última vez que lo hemos hecho, partiendo de la calle La Iglesia de Azuel veíamos como las nubes amenazaban la jornada y casi impedían ver las hermosas imágenes de nuestra Sierra Morena al fondo. Aún así nos atrevimos a recibir un poco de la tan preciada agua sobre nuestras cabezas.


Tomamos dirección hacia la salida para Cardeña y antes de incorporarnos a la carretera general nos desviaremos por la antigua carretera unos metros antes de cruzar hacia el carril que nos llevará al Cerezo.



Las encinas y los cerdos ibéricos aprovechando la temprana bellota nos acompañarán todo el camino. Aunque la actividad ganadera no se cierne solo y exclusivamente al cochino, el ganado vacuno y bovino también está presente y de manera más que importante. Un valor que estas tierras no deben de perder ya que hacen que este delicado ecosistema se mantenga a lo largo de los tiempos.





Tendremos oportunidad de contemplar diversas vistas de la cercana Sierra Madrona.


Algunos recién "descorchaos" alcornoques se distinguen claramente del mar de encinas y quejigos que los rodean.


Un primer cruce lo debemos de seguir hacia delante y de frente, se encuentra a una hora más o menos de Azuel.


No olvidemos que nuestro recorrido pasa por lugares que son dominio de nuestro felino más amenazado de la tierra, el lince, y afortunadamente una acertada política de conservación ha hecho que sus cifras vayan en aumento año tras año y se constituya como uno de los valores más importantes de la zona. Los dueños de las grandes fincas han contribuido de manera más que positiva a esta recuperación con convenios de colaboración con la Junta de Andalucía.


Las vallas de piedras son una constante en todo el camino y da gusto ver como esos "paereros" pegaban unas a otras con tan solo barro y agua (cemento de golondrina). Una pena ver como se hace tan poco por conservar estos auténticos monumentos.



Estamos en una esquinita del Valle de Los Pedroches y los afloramientos de granito en forma de "Lomos de Ballena" y "Los Bolos" son facilmente distinguibles.


Nos acercamos al cruce con el carril de "madereros" y el paso por la finca con su nombre es preludio de que estamos muy cerca de el.


Una gran piedra de granito nos indica dicho cruce que viene desde Cardeña y que baja hasta el mismísimo puente de Valdelagrana en el río Yeguas.


Seguiremos hacia la izquierda y un poco más adelante deberemos girar a la derecha y cruzar una cancela que hay que dejar cerrada a nuestro paso.


Casas restauradas de piedra original de estos pagos muestran el bello trato que este único material recibe en estas tierras.



El azafran de otoño crece pese a las escasas lluvias.


Tras unas tres horas de caminata ya se vislumbra el final del camino, la Aldea del Cerezo, que es un pozo sin fondo de inversiones públicas que hasta la fecha poco resultado han dado, lamentablemente.


Buscaremos el mirador que existe sobre unos depósitos de agua y allí degustaremos las viandas que hemos llevado para saborearlas frente a un paisaje único. Cualquier bocadillo sabe a gloria con estas vistas...y el hambre que da recorrer esos 12 kilómetros de naturaleza viva.
Reponer fuerzas y volver sobre nuestros pasos en buena compañía, recordando, hablando en voz baja, escuchando el silencio de los encinares, imaginando la vida que no vemos, en definitiva disfrutando de un lugar que nos tiene completamente enganchados.




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