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miércoles, 4 de noviembre de 2015

El Camino de La Lancha, Algo Más que el Lince


En cualquier buscador de internet ponemos ver el lince en Sierra Morena y sin lugar a dudas aparecerá el famosísimo "camino de La Lancha" en la Sierra de Andujar, si nos acercamos al mismo veremos infinidad de coches y "bicheros" con telescopios terrestres y cámaras de fotos apostados en diferentes lugares para intentar visualizar al esquivo gato clavo. Pero realmente os recomendamos que dejemos el coche, cojamos la mochila y las botas y disfrutemos de ese fantástico camino a pie.


El vehículo lo podremos dejar junto al cruce que indica hacia la presa del Jándula y donde se inicia este sendero de unos 7 kilómetros de longitud, en principio hacia abajo y logicamente la vuelta tendremos que subir lo bajado. Disfrutaremos de un sendero indescriptible que ni mucho menos tiene solo que ver al famoso lince ibérico, nos llevaremos grandes sorpresas que ignoraremos si vamos en coche.



Si además comenzamos a primerísima hora de la mañana, incluso cuando el sol todavía no ha salido y tenemos una buena luna llena y vamos en silencio, los avistamientos de todo tipo de animales se podrán multiplicar.



Lo primero que llama la atención es al comienzo que tenemos a ambos lados del carril un vallado con toros bravos que podremos ver de cerca y la verdad es que imponen. Sobre todo el ver esos hermosos animales en libertad y como se muestran tranquilos ante nuestra presencia y las pequeñas vallas que nos separan de ellos. Tranquilos no suelen saltar, tienen más enemigos fuera de la valla que dentro.


Esos comederos labrados en las rocas de granito que tan laboriosamente han elaborado hace muchos años y que se integran perfectamente en el paisaje.


Las aves son un autentico regalo con una variedad enorme y que van desde el ruidoso y  desconfiado arrendajo.


Los emparejados cuervos en busca de cualquier oportunidad para saciar su apetito.


 Las rapaces son muy propensas a visitar esta zona ya que son cazaderos excepcionales y por ello es muy habitual el contemplar la silueta del milano negro, el águila real, la calzada, culebrera, ....





...un picado de la reina de Sierra Morena, nuestra águila imperial, o bien que nos aparezca detrás de una loma y nos muestre sus blancos hombros.



Paisajisticamente el camino, después de unos tres kilómetros, se abre al valle del Jándula y podremos visualizar el Cerro del Cabezo con el Santuario de la Virgen de la Cabeza en todo lo alto.


Los bolos de granito, en las dehesas de encinas, son muy característicos de esta zona y presentan formas muy curiosas. Además de servir de refugio y posadero de mucha de la fauna presente en la zona.


Los abejarucos nos sobrevuelan e incluso se posan dejando que inmortalicemos las imágenes. Son muy abundantes en época estival y se observan grandes pasos migratorios tanto pre como post nupcial.


Un bando de cormoranes que perfectamente alineados en forma de "V" toman dirección al pantano para allí posarse en su lámina de agua y pescar a base de zambullida alguna carpa, barbo, etc.


El pequeño mito que nos alerta por ir formando grandes bandos con un reclamo muy característico y que se suelen posar sin mucho recelo de nosotros.


Un piruetano, o peral silvestre, que al lado del camino sirve para que muchos animales se alimenten de sus incomestibles frutos. 


La oportunidad que tenemos de observar en los cielos al gran buitre negro, la mayor ave de Europa, y a su primo el leonado. Es casi imposible irse de este sendero sin verlos a ambos.



Pero los reyes en abundancia de este camino son los ciervos, los veremos solos, en manadas, machos, hembras, adultos, jóvenes, en la berrea, cerca, lejos, en definitiva todo un recital de venaos que se nos mostrarán sin ningún tipo de miedo y nos llamará la atención lo cerca que se dejan "afotar". Apostarnos, durante el mes de septiembre/octubre, en época de berrea al lado del camino y escuchar los bramidos es algo maravilloso.






A primeras horas de la mañana también será fácil descubrir algún jabali que todavía no ha regresado a la espesura del monte, aunque realmente tampoco es raro que los veamos durante el trayecto y en las horas centrales del día.


Las poblaciones de gamo están aumentando considerablemente y los veremos sobre todo en la parte primera del recorrido, incluso hay lugares del camino que son muy querenciosos para la escucha de "la ronca" en el periodo de celo.


Una familia compuesta por la perdiz madre y sus "perdigones" cruzan el camino y nos llama la atención no solo por la estampa sino por tratarse ya del mes de septiembre y ser una "pollada" tan tardía.


Los muflones son frecuentes y una buena zona para observarlos es en el mirador del Jándula, cuando ya comienza la bajada más pronunciada hasta el pantano. En el mismo podremos hacer una parada e incluso comer ya que es el único lugar habilitado con mesas y sillones de granito.


Las urracas están presentes en todo el camino y son buenas chivatas de la presencia del gato clavo, cuando escuchemos algún grupo de ellas reclamando constantemente debemos de acentuar nuestra atención ya que no es raro que sobrevuelen la figura del lince, molestándolo para ahuyentarlo de su zona.


Al final de la bajada llegaremos hasta las orillas del pantano del Jándula, habiendo dejado atrás el antiguo poblado que da nombre al camino. Este es el pantano regulador de este río tributario del Guadalquivir y en sus orillas tenemos la suerte de que anide la esquiva cigüeña negra.


El avión común anida en la presa y es un espectáculo cuando llega la primavera.


Desde la presa vemos como se encajona el río y en esas paredes se pueden observar un reducto de cabras montesas que han sobrevivido a muchas adversidades.



El camino de vuelta nos espera y seguro que nos encontraremos otras muchas sorpresas, entre ellas este conejo (casi exclusivo de la dieta del lince) que nos indica que el gato clavo tiene presas que llevarse a la boca.


Incluso si tenemos algo de suerte podremos observar, aunque sea de pasada y por unos momentos al rey de este sendero. Eso es lo de menos, debemos de ir con la firme promesa de disfrutar de un excelente día de campeo en uno de las mejores manchas de monte mediterráneo de toda la península.


























lunes, 17 de agosto de 2015

De Baños de la Encina al Camino de la Lancha

Una zona poco frecuentada y que encierra una gran riqueza natural, paisajistica e histórica es la localidad jienense de Baños de la Encina y sobre todo sus alrededores. A medio camino entre el núcleo potente de la Sierra de Andujar y el parque natural de Despeñaperros tiene rincones y caminos que nos muestran lo más granado del monte mediterraneo y también abundantes zonas de olivares.


Un camino público une esta localidad con la zona de la Lancha en Andujar y a bien que merece la pena adentrarse por esa zona y admirar paisajes sin igual y la posibilidad de ver toda la fauna que convive en el parque natural de la Sierra de Andujar.


Para hacer este recorrido debemos de acercarnos en primer lugar por una estrecha carretera hasta el embalse del Rumblar, son unos kilómetros los que separan la presa del pueblo.


La primera y obligada parada es en la presa del embalse, zona querenciosa para águilas imperiales y también para la esquiva cigüeña negra, que mantiene en la zona algún que otro nido, que hay que cuidar como oro en polvo.


A partir de la presa, que cruzaremos, la carretera se convierte en pista y sube unos pequeños repechos. No es mala idea el parar en una de esas curvas que dan hacia la presa y pararnos a mirar con los prismáticos las orillas del pantano donde no es raro observar ciervos, jabalíes, nutria, cigüeñas....


El estado de la pista dependerá de las lluvias y es aconsejable solo si vamos en coche todoterreno, ya que podemos encontrarnos con lugares que ocasionarían problemas a cualquier turismo convencional.


Luego entramos en una zona de dehesas y sembrados donde los dueños son las ganaderías de toros bravos y estaremos especialmente atentos al cielo ya que las grandes rapaces son habituales que sobrevuelen estos cazaderos de perdices y conejos.



En todo el camino no hay que atravesar propiedades privadas, el carril es totalmente público, eso sí tendremos vallas a ambos lados que delimitan grandes fincas cinegéticas, ganaderas y de cultivos que además servirán para poder ver muchas pequeñas y no tanto aves posadas en ellas y que desde la ventanilla del coche podremos "afotar".


Poco a poco nos adentraremos en territorios calientes del rey del parque natural de Andujar, y esos son los berrocales rodeados de encinas donde el lince tienen un lugar ideal donde poder reproducirse y conseguir el milagro de salvar una especie que no hace mucho estaba condenada a la desaparición.


Restos de cortijos derruidos son habituales y es que estas sierras no hace muchos años estaban pobladas por muchas familias que vivían de los que la tierra les daba. Una vida dificil pero que era muy beneficiosa para la conservación del original monte mediterráneo.


El águila imperial se nos muestra sobre nuestras cabezas de forma habitual y es que aquí también anidan varias parejas ya que tienen buenos cazaderos y lugares donde poder situar sus nidos sin ser molestadas en exceso.


También observaremos manchas de alcornoques con árboles bien viejos y que cada 9 años dan buenas corchas que "sacan" expertos "corcheros".


Hay buenos miradores en todo el recorrido y debemos de hacer paradas para disfrutar no solo de las vistas, sino de las enormes posibilidades de ver cualquier ave en cualquier época del año. Logicamente en primavera es cuando se produce una gran explosión natural, pero todas las estaciones tienen su encanto, incluso el tórrido verano sobre todo al amanecer.



Muchas de las fincas por las que pasaremos están incluidas en los proyectos de recuperación del lince ibérico y así lo podemos ver en distintos letreros que nos lo anuncian. Por ello es esencial que miremos despacio por los berrocales donde son querenciosos de estar cómoda y placidamente echados los gatos clavos.


Un recorrido de más de 30 kilómetros que después tiene continuidad con el de La Lancha y que nos enseña uno de los tesoros mejor conservados en esta nuestra inmensa Sierra Morena. Territorios que son compartidos por cazadores, conservacionistas, naturalistas, aficionados, dueños de fincas, administración local, autonómica y estatal, ... en definitiva una amalgama de intereses que tienen que confluir en el interés de todos: seguir pudiendo disfrutar todos de todo.






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