jueves, 1 de marzo de 2018

Por la Vereda de Azuel a la Aldea del Cerezo

Desde Azuel parte una vereda que atravesando inmensas dehesas de encinas llega hasta la mismísima Aldea del Cerezo, es un camino de unos 12 kilómetros de ida y otros tantos de vuelta que bien merecen la pena hacerlos de vez en cuando, porque siempre ofrece algo nuevo este hermoso camino.


Este otoño ha sido la última vez que lo hemos hecho, partiendo de la calle La Iglesia de Azuel veíamos como las nubes amenazaban la jornada y casi impedían ver las hermosas imágenes de nuestra Sierra Morena al fondo. Aún así nos atrevimos a recibir un poco de la tan preciada agua sobre nuestras cabezas.


Tomamos dirección hacia la salida para Cardeña y antes de incorporarnos a la carretera general nos desviaremos por la antigua carretera unos metros antes de cruzar hacia el carril que nos llevará al Cerezo.



Las encinas y los cerdos ibéricos aprovechando la temprana bellota nos acompañarán todo el camino. Aunque la actividad ganadera no se cierne solo y exclusivamente al cochino, el ganado vacuno y bovino también está presente y de manera más que importante. Un valor que estas tierras no deben de perder ya que hacen que este delicado ecosistema se mantenga a lo largo de los tiempos.





Tendremos oportunidad de contemplar diversas vistas de la cercana Sierra Madrona.


Algunos recién "descorchaos" alcornoques se distinguen claramente del mar de encinas y quejigos que los rodean.


Un primer cruce lo debemos de seguir hacia delante y de frente, se encuentra a una hora más o menos de Azuel.


No olvidemos que nuestro recorrido pasa por lugares que son dominio de nuestro felino más amenazado de la tierra, el lince, y afortunadamente una acertada política de conservación ha hecho que sus cifras vayan en aumento año tras año y se constituya como uno de los valores más importantes de la zona. Los dueños de las grandes fincas han contribuido de manera más que positiva a esta recuperación con convenios de colaboración con la Junta de Andalucía.


Las vallas de piedras son una constante en todo el camino y da gusto ver como esos "paereros" pegaban unas a otras con tan solo barro y agua (cemento de golondrina). Una pena ver como se hace tan poco por conservar estos auténticos monumentos.



Estamos en una esquinita del Valle de Los Pedroches y los afloramientos de granito en forma de "Lomos de Ballena" y "Los Bolos" son facilmente distinguibles.


Nos acercamos al cruce con el carril de "madereros" y el paso por la finca con su nombre es preludio de que estamos muy cerca de el.


Una gran piedra de granito nos indica dicho cruce que viene desde Cardeña y que baja hasta el mismísimo puente de Valdelagrana en el río Yeguas.


Seguiremos hacia la izquierda y un poco más adelante deberemos girar a la derecha y cruzar una cancela que hay que dejar cerrada a nuestro paso.


Casas restauradas de piedra original de estos pagos muestran el bello trato que este único material recibe en estas tierras.



El azafran de otoño crece pese a las escasas lluvias.


Tras unas tres horas de caminata ya se vislumbra el final del camino, la Aldea del Cerezo, que es un pozo sin fondo de inversiones públicas que hasta la fecha poco resultado han dado, lamentablemente.


Buscaremos el mirador que existe sobre unos depósitos de agua y allí degustaremos las viandas que hemos llevado para saborearlas frente a un paisaje único. Cualquier bocadillo sabe a gloria con estas vistas...y el hambre que da recorrer esos 12 kilómetros de naturaleza viva.
Reponer fuerzas y volver sobre nuestros pasos en buena compañía, recordando, hablando en voz baja, escuchando el silencio de los encinares, imaginando la vida que no vemos, en definitiva disfrutando de un lugar que nos tiene completamente enganchados.




No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...