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viernes, 19 de septiembre de 2014

El Otoño y las Letras de la Cerecea

Uno de los lugares más bellos de toda Sierra Madrona es, sin lugar a dudas, el robledal de La Cerecea, un autentico bosque de robles melojos que cuando llega el otoño toman ese color tan característico que tienen y por el que reciben ese nombre.


Pero esta enorme extensión de robles que domina las laderas del valle del río que le da nombre, está salpicada de unas "islas" de pinos de repoblación que mantienen su color verde intenso durante todo el año.


Esas masas de pinares parecen estar hechas por la mano caprichosa de algún estilista natural que decidió dar forma de letras a esas plantaciones y si nos subimos a la ladera de enfrente podremos observar como algunas de ellas parecen, por ejemplo, la letra A.


He intentado saber el motivo tanto de las plantaciones de pinos como de sus caprichosas formas pero o bien no se sabe o simplemente nadie se ha percatado siquiera de estas curiosas formas.



Mi "compare", abajo en la foto, parece intentar "leer" el significado de estas letras en las laderas de Sierra Madrona, hasta el momento no lo ha conseguido pero poner empeño si que pone. Será cuestión de tiempo y de que algún lector avezado de este modesto blog  nos pueda ilustrar.


martes, 10 de julio de 2012

"El abuelo": un roble centenario

Un buen paseo por el camino de San Marcos, Fuencaliente,  si lo prolongamos hasta Peña Rodrigo nos dará de bruces con un esplendido ejemplar de Roble Melojo: "El Abuelo". Para que engañaros más que un paseo es una buena caminata de varias horas las que hacen falta para llegar, pero merece la pena.


Crecen normalmente por encima de los 800-900 metros y en algunas ocasiones alcanzan un porte tan majestuoso como este ejemplar que se encuentra en medio de una pedrera en plena Sierra Morena Oriental.



Aquí vemos lo insignificante que es el ser humano comparado con la naturaleza desbordante de este hermoso ejemplar de roble melojo.



Parece mentira que pedregales tan inhóspitos como este puedan dar lugar este maravilloso robledal y concretamente a un ejemplar tan maravilloso como "el abuelo".



Su edad es sin duda superior al centenario, pero sinceramente no se deciros cuanto puede tener, pero lo que si da es respeto, mucho respeto por este verdadero abuelo natural que debemos de conservar otros tantos años,por lo menos,  como los que ha vivido.




martes, 19 de junio de 2012

Robledal frente Alcornocal

Mirad, hay sitios que desprenden un algo especial que no sabes como definirlo y este que os presento hoy es uno de esos lugares en los que merece la pena llegar, parar, parar, parar... y cuando no tengas más remedio alejarte de el por donde has venido.
Si vamos por el Camino de San Marcos, el cual ya lo hemos colgado en este blog (http://tierradelinces.blogspot.com.es/2012/04/camino-de-san-marcos-fuencaliente.html), despues de unos 25-30 minutos de tranquila marcha, llegaremos a un lugar donde encontramos un letrero explicativo del entorno.





Justo ahí debemos de subir un pequeñín carril que nos llevará tras 40 o 50 metros, hasta un claro en el bosque.




Desde dicho claro podremos observar enfrente nuestro unos cortados de la Serrezuela de Fuencaliente, mirando hacia atrás imprensionantes vistas de Sierra Madrona, caminando pocos metros hacia nuestra izquierda un bonito bosque de robles melojos y justo al otro lado del claro un bosquete de alcornoques.
¿Se puede pedir más en tan poco terreno?



Las vistas hacia atrás.


El bosque de robles melojos.



El pequeño alcornocal.



Los robles desde el alcornocal.


El alcornocal desde los robles.





Entre ambos bosques crecen un no menos llamativo "bosquete de jaras pringosas"





Los brotes de robles son numerosos.



La naturaleza está ahí, a nuestra disposición, tan solo tenemos que disfrutarla de distintas maneras, unas veces andando, otras simplemente mirando y relajándonos en un entorno envidiable. Si a todo esto le añadimos un buen bocata... con algo de hambre, el momento no puede ser más encantador.






miércoles, 1 de febrero de 2012

El Robledal de la Cerecea en otoño

 Esta jornada  la podemos comenzar con nuestro coche desviandonos en el cruce que va a las pinturas de la Batanera, dejandolas estas a nuestra derecha y seguir subiendo hasta que lleguemos a un cartel que anuncia  el Bosque de Robles Melojos que componen mayoritariamente este "valle de la cerecea". Nos encontramos con una bifurcación donde podemos dejar el coche estacionado, teniendo en cuenta de que no moleste el transito.
Nosotros acometemos el carril de la izquierda que comienza con una pequeña bajada.

Desde el comienzo admiramos la belleza del robledal en otoño, con esos colores pardos que inundan todo el bosque.

A unos 300 metros de comenzar podemos realizar una primera parada y pasando una cadena hacia nuestra derecha adentrarnos en una vieja mina romana al descubierto en la que podemos observar multitud de restos de escoria.



Cuando volvemos al carril tenemos frente a nosotros un bello paraje cruzado por un arroyo incipiente y con sus aguas claramente coloradas por la mina cercana.


En dichos llanos observaremos muchas huellas de los diversos animales que lo habitan, sobre todo grandes ungulados y jabalíes, que acuden a beber y alimentarse en sus verdes prados. No resulta difícil observarlos si vamos en silencio.
También resulta curioso de ver las formaciones de turberas que aparecen hacia el fondo de ese pequeño prado.

El carril se empina un poco y tras atravesar una cancela (la cual hay que dejar cerrada a nuestro paso), comenzamos una bajada.

A poco de comenzar esa bajada llegamos a una zona plagada de muchos madroños que dado la época nos obsequian con grandes y coloridos frutos.






 Cuidado con abusar de los madroños que pueden tener efectos contraproducentes con nuestra estabilidad corporal.


Las vistas hacia el camino de Ventillas a Solana del Pino son sencillamente espectaculares y dan muestras de la inmensidad que nos rodea. Se entiende perfectamente que estos sean dominio de los últimos lobos que quedan en las confluencias de Andalucía y Castilla la Mancha.


Podemos finalizar nuestro recorrido cuando lleguemos, aproximadamente después de 1 hora de camino, a la entrada de un cortijo presidido por dos grandes vasijas. La vuelta la hacemos por el mismo sitio. Y cuando lleguemos al coche os propongo hacer una pequeña subida a la ladera para poder observar el bosque desde arriba. Las vistas son espectaculares.
En esa pequeña subida nos encontramos con una cierva que parece observarnos con curiosidad.


Inmortalizar el momento con mi "compare" es un autentico gustazo. "cinco minutitos más y nos vamos hacia abajo", me comenta no con poca tristeza porque el día se acaba y debemos de volver a nuestra casa.



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