lunes, 9 de abril de 2018

Papamoscas Cerrojillo. Ocasional Reproductor de Sierra Madrona

Curiosa esta pequeña ave que no es fácil de ver por Sierra Morena y que más bien se observan aves de paso, aunque en alguna ocasión en los robledales de Sierra Madrona se han visto aves reproductoras. Nosotros hemos tenido escasas ocasiones de "fusilarlo" con nuestra cámara y siempre en fechas coincidentes con su paso migratorio, abril- mayo y agosto-septiembre.


Su nombre de papamoscas cerrojillo (Ficedula hypoleuca) le viene dado por su alimento favorito, las moscas y lo hace sin dejar de moverse entre las ramas. Anida en agujeros y compite por ellos con colirrojos, trepadores, estorninos... Cuando es sorprendido en algún posadero se puede escuchar su melodioso canto.


Aunque al parecer anida ocasionalmente en Sierra Madrona, nosotros cuando lo hemos visto ha sido en las cercanías de ríos como el Montoro o el Yeguas, zonas muy bajas comparadas con la altura que tienen los robledales donde han constatado su presencia como reproductor.




domingo, 8 de abril de 2018

Jara Rizada

El nombre de rizada le viene dado por sus hojas con los márgenes fuertemente ondulados pareciéndose a unos incipientes rizos. Aunque a primera vista lo que nos llama la atención es su intenso color fucsia. Como todas las jaras están muy bien adaptadas a la dureza climatológica del verano por nuestra zona e incluso llegan a desprenderse de hojas para evitar la deshidratación por las altas temperaturas del verano.



Suelen crecer en suelos arenosos y sueltos junto a otras especies de jaras y brezos.


Tiene multitud de nombres comunes entre los que destacan el de ardivieja, arrancasapos, jara crespa, tomillo prieto... Además se utiliza su aceite para la confección de perfúmenes y son muy valoradas por los apicultores para las abejas que producen rica miel.


sábado, 7 de abril de 2018

Bajada al Yeguas por Madereros. Primavera 2018

Llevamos algunos meses sin bajar al Yeguas por el Camino de Madereros y tras un descanso que nos dan las aguas nos decidimos a disfrutar de este hermoso sendero que en constante bajada y en unas dos horas de caminar nos dejarán en los más profundo del valle del río que nace en la cercana Sierra Madrona y lleva sus aguas al Guadalquivir.


El coche como siempre lo dejamos donde termina la autorización para poder usar el carril. Poco a poco nos adentramos en territorio lincero y prueba de ello son los carteles que indican los convenios con el programa Life con las fincas y que permite una actuación especial en ellas que favorezca la conservación de este escaso felino.


Si vamos atentos al suelo no es raro el observar incluso recientes deposiciones del gato.


Y de su principal presa, el conejo, junto a los lomos de ballena (granito) y las encinas.


La urraca suele ser una "chivata" de los movientos del lince ibérico ya que suelen o bien seguirlos para comer las sobras o bien darles la lata para expulsarlos de sus lugares de cría.


Vallas de piedra y dehesas de encinas son el paisaje que tendremos al comienzo del carril y algún que otro jarro de lata que lleva años colgado de una encina de un conocido cortijo.



Aproximadamente a los 30 minutos ya comenzaremos a bajar con más intensidad y el paisaje que se abre ante nuestros ojos son las sierras del Parque Natural de Andujar, contiguo al de Cardeña.


Se intuye el valle del río Yeguas y al fondo Sierra Madrona.


Cuando se acentúa la bajada la jara se adueña del terreno y tendremos ocasión de comprobar que estamos en zona cinegética.


Los narcisos empiezan a florecer.


Y de pronto veremos como el río Yeguas se abre camino y va horadando el terreno hasta formar estos profundos valles.


El puente de Valdelagrana que cruza el arroyo del mismo nombre y desemboca en el Yeguas es el primero que veremos.


No solo debemos de mirar hacia el suelo, en el cielo los buitres leonados, negros y las águilas reales e imperiales son habituales, ya que estos son terrenos propicios para su cría.


El caudal va muy crecido ya que todas estas lomas no paran de "ordeñar" agua al río.


Cuando ya llegamos al final de carril es cuando vemos el puente sobre el río Yeguas, que tendremos que cruzar para llegar al otro.


Debajo de dicho puente se encuentra otro pequeño tesoro, nidos de golondrina daurica.



Un paseo por sus orillas, un bocadillo y vuelta por el mismo sendero pero esta vez cuesta arriba. No nos importa, es un sendero que se disfruta desde el comienzo hasta el final. Unas cuatro horas de bajada y subida que nos saben a poco cada vez que las hacemos.


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