Los amillaramientos son la acción que llevaba a cabo la hacienda para controlar los bienes que tenían los vecinos de las distintas poblaciones y con ello poder tasar la contribución que debía de sufragar el pueblo en cuestión. En los archivos de Fuencaliente (Ciudad Real), y en su página web se puede acceder a ello, se encuentra un documento de 1883 en el que se puede ver como eran y en que se basaban los impuestos de entonces.
En ellos se pueden ver la evaluación rustica, urbana y pecuaria de todos los terrenos que comprendían al territorio de Fuencaliente. Se valoraba el regadío, el secano, el monte alto, el monte bajo, los olivares, la cabaña ganadera, las colmenas, las verduras que se recogían, los cereales que se segaban, etc y luego se descontaban los supuestos gastos que se tenían como el estiércol, los aperos, los jornales.
En definitiva era una exhaustiva relación de propiedades y ganancias de los habitantes que ya entonces estaban cosidos a impuestos en unas tierras en las que ganarse el jornal no ha sido nunca tarea fácil. Contrasta esta masacre impositiva con el comienzo de la repoblación tras la reconquista en la que se premiaba el habitar estas tierras despobladas.
Resulta curioso ver como lo más rentable entonces eran las huertas, seguidas del olivar y lo menos rentable los montes bajos y comunales. En la ganadería era más rentable tener un buey o un mulo, hoy día casi desaparecidos.
Si queréis ver estas curiosas cuentas podéis hacerlo visitando la siguiente página:
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