La privamera nos obsequia por
estas tierras fronterizas entre Castilla la Mancha y Andalucía con una planta tan bella, y breve en su floración, como es la Jara
Blanca (Cistus albidus).
Se llama jara blanca o estepa porque su porte
es muy bajito y sus hojas tiran al gris-blancuzco, dando desde lejos, con
respecto al maquis de su alrededor, un color verde-blanquecino.
Tiene el color del tallo verde y su flor es rosa, sin embargo se llama jara blanca.
Tambien se le conoce con el
nombre de estepa o jaguarzo, su flor es descaradamente grande y llamativa, con
cinco pétalos rugosos de color rosa purpúreo y numerosos estambres amarillos.
Florece abundantemente en
primavera y su flor solo dura un día, aunque son muy numerosas y se renuevan
durante casi seis semanas.
Son muy querenciosas para las abejas que se impregnan abundantemente de su polen.
Forman parte de los matorrales y
garrigas (formación vegetal baja, difícil de penetrar y constituida por
arbustos resistentes a la sequía) que sustituyen a los encinares degradados.
Desgraciadamente en el parque de Cardeña tenemos algunas zonas donde las
encinas fueron intensamente eliminadas y es en estas donde aparecen estas
plantas. Las laderas que dan al Río Yeguas son un ejemplo muy concreto.
Soportan perfectamente las
temperaturas extremas, aguantan bien la sequía y no soportan una humedad
excesiva.
Las hojas son de color gris
blanquecino ovaladas y asperas.
El cazador (de fotos) cazado.
Posee distintas propiedades,
aunque hoy es poco usado, se tomaba en jarabes para la tos, como linimento,
alivio del dolor de estomago (tomada en infusión o sobre el mismo abdomen). En
Argelia como té, resultando muy digestivo tras comidas pesadas. Y durante las
epocas de escasez incluso como sucedáneo del tabaco (“er vizio no tié fin”).
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