Carraleja, curita, curica, aceitera... todos estos nombres sirven para diferenciar al escarabajo aceitero, Berberomeloe majalis, pero sobre todo sus llamativos colores y su inconfundible forma le hace ser uno de los coleopteros más reconocidos y mayores que existen en la península, llegando a alcanzar más de 7 centímetros de longitud.
Hay que tener cuidado con el ya que el nombre de aceitero le viene de una sustancia que segrega cuando se ve en peligro y que es muy tóxica y puede producir daños en la piel, incluso algunas complicaciones si lo ingerimos.
Una vez que se aparean ponen miles de huevos en el suelo y las larvas cuando eclosionan suben a las plantas (para ello están dotadas de uñas que les sirven para trepar), donde esperan que los insectos las transporten involuntariamente a sus nidos, donde parasitan a esa especie llegando incluso a devorar sus huevos. Y es que no solamente existen "cucos" en el reino de las aves.
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