Caía la tarde sobre la garganta del río Montoro y dábamos un agradable paseo, mientras podíamos escuchar a lo lejos los desgarradores bramidos que daban los "venaos" macho en pos de iniciar la lucha por perpetuar la especie. Posada sobre un gran acebuche comprobamos como se encontraba una garza real, que aprovecha las orillas de dicho río para buscarse el sustento diario.
Montamos el "canuto" o telescopio terrestre para verlas más de cerca y cual es nuestra sorpresa cuando no es una sola la que está posada sino varias de ellas que inmediatamente y sintiéndose observadas (y eso que estábamos en la carretera de la orilla opuesta) iniciaron la marcha.
Con el sol detrás y las fotos por tanto a contraluz la imagen que dan es la de una bella danza, es como si ese vuelo precipitado con el peculiar (y desagradable) reclamo que tienen se convirtiese en un acompasado baile.
Y uno... dos.. alá. ¡¡¡Vamos chicas con elegancia que nos están observando!!!
Por supuesto la última cerraba el grandioso espectáculo con un majestuoso vuelo y dándonos unos estruendosos graznidos que no quiero ni pensar que significan.
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