Un paseo por el carril público que atraviesa la Finca La Garganta, una enorme extensión de terreno dedicada a la caza y que tenemos la fortuna de poder andurrear por sus entrañas. Vamos siempre cargando con nuestra cámara de fotos, algo se mueve tras los árboles, parece pequeño, creemos que es un corzo. Efectivamente hemos tenido la suerte de ver uno de los pocos corzos que ultimamente se dejan observar por esta nuestra Sierra Morena.
Pero cuando llegamos a casa y vemos las fotos del día nos llevamos una sorpresa mucho más grande y es que hemos hecho diana con un corzo y sus dos crías que con la altura de maleza que había no los habíamos apreciado en ese momento.
Una verdadera suerte ya que cada vez es menos frecuente el tropezarnos con la escena de un corzo en cualquiera de los caminos por los que andurreamos, y no son pocos, y es que la caza, la presión de otros ungulados mucho más numerosos como ciervos, muflones, gamos y los jabalíes, impiden que este pequeño y precioso animal se reproduzca con la normalidad de otros tiempos.
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