Ya he hablado en varias ocasiones de las interminables sorpresas que nos deparan estas tierras limítrofes entre Castilla la Mancha y Andalucía y esta es una nueva y reciente. Este verano, entre calores y garrapatas, hemos descubierto un cercado de piedras en una finca ganadera contigua al río Guadalmez. En pleno corazón del piedemonte que se encuentra entre Sierra Madrona y los primeros pueblos de Andalucía, un lugar historicamente destinado al pastoreo, no podemos olvidar su proximidad al Valle de Alcudia y la existencia de vías de comunicación (veredas, cañadas, etc) entre el norte y sur de España por el que debían de circular millones de cabeza de ganado.
Este cercado de piedras se utilizaba para proteger al ganado de los ataques de los lobos. Estos eran numerosos, y entre otras medidas disuasorias, los ganaderos contruian estos "cercos" de una altura considerable, para impedir el ataque de los cánidos.
Aunque el paso del tiempo ha degradado algunas zonas, podemos admirar en su gran mayoría un vallado semicircular de construcción impecable.
Actualmente estas construcciones han sido sustituidas por algunas otras medidas como los cercados electricos que actuan como disuasorios de las "lobadas" (ataques de los lobos al ganado). Y estos se encuentran en determinadas zonas donde, todavía y afortunadamente, subsisten grupos de lobos.
Esta tiene la suerte de ser todavía tierra lobera y deberíamos de proteger no solo al lobo para evitar su extinción, sino además toda la cultura que alrededor de el existe habría que ponerla en valor y trasmitirla a las generaciones venideras.
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