Sobre finales de octubre llegaban hasta el Valle de Alcudia desde todas las partes de la Península una ingente cantidad de ganado para alimentarse en los fértiles suelos de esta inmensa llanura de más de 100 kms de largo por 15 de ancho. Y con las ovejas llegaban los pastores que necesitaban improvisar hogares donde guarecerse de las inclemencias del tiempo. El chozo pastoril es una construcción típica de las que ya quedan pocas en pie.
Piedra, ramas gruesas, jara, ramón de encina y situados en lugares alejados del agua era lo necesario para construirse esta casa provisional y cercana al ganado para tenerlo vigilado del ataque de los lobos. Dentro disponían las camas junto a las paredes y en el centro el empedrado que servía de hogar, los pucheros, cacerolas, cantaros de agua y la comida que podían eran otra de las cosas imprescindibles que tenían dentro del chozo. La puerta se colocaba entre el "saliente y el mediodía", es decir orientada hacia donde salía el sol y donde este estaba al mediodía. Con ello se aprovechaba más la calor del astro rey.
A través de las las cañadas reales soriana y segoviana llegaban los rebaños al Valle de Alcudia y aquí se generó una cultura de la transhumancia y el pastoreo que bien merece una mayor protección y paneles informativos que pongan en valor una forma de vida que generaba riqueza económica y contribuía a la conservación de enormes espacios naturales, así como de vías de comunicación que son auténticos corredores ecológicos que todavía hoy podemos utilizar.
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