En la naturaleza la mayoría de las veces la mejor defensa es pasar desapercibido, y en ello les va la vida a muchos animales que a falta de capacidad para repeler ataques utilizan su mimetismo para poder ser invisible a los ojos de los depredadores.
Ello lo pudimos comprobar hace poco en un sitio relativamente alejado del agua, bajo un enebro y en medio de la hojarasca nada hacía prever que algo vivo había allí.
Pero en un golpe de suerte atisbamos una pequeña criatura que inmovil y semienterrada permanecía quieta, esa quietud más los colores marrones de distintas tonalidades hacía que fuese practicamente imposible el distinguir al sapo común.
La cosa no queda ahí ya que no solo estaba oculto a los ojos de todo el mundo sino que ese escondite le vale también para cazar y es que aprovechaba para llevarse a la boca cualquier insecto que se acercaba sin detectar su presencia. Realmente maravilloso.
Los sapos comunes suelen utilizar sitios no muy cercanos al agua, que en verano escasea por Sierra Morena Oriental, para establecerse. Eso si cuando llega la época de apareamiento buscan el líquido elemento donde coinciden individuos de ambos sexos para perpetuar la especie.
No hay comentarios:
Publicar un comentario