Sierra Madrona es rica en paisajes dominados por canchales, zonas pedregosas que son el resultado de la acción del hielo. Cuando bajan las temperaturas durante la noche se congelan las aguas y actuan mecanicamente rompiendo trozos de piedras que se desgajan de otras mayores. El hielo hace un efecto cuña que realmente se llama gelifracción.
Esa misma acción repetida millones de veces da lugar a estos espectaculares campos de piedras que ruedan colina abajo.
Estas pedreras se dan en zonas con afloramientos de cuarcitas como son estas sierras castellano manchegas.
Es típico el color blanquecino grisáceo, lo que ligado al verde que lo rodea lo hace muy visible y llamativo.
Cuando baja la intensidad de estos efectos, la vegetación cubre los alrededores e incluso coloniza el interior del canchal. Con lo cual esto ayuda a evitar que aumente su extensión de dos formas: la primera con la retención de piedras pequeñas con las raices y la segunda con los troncos de los árboles.
Madroños, robles y quejigos son especies que se adaptan bien a estas zonas. Pruebas de ellas tenemos por cualquiera lugar de Sierra Madrona.
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