Hablar de economía de subsistencia en esta época está comenzando a ser una cruda realidad que nos trae por la calle de la amargura a la inmensa mayoría de ciudadanos de a pie. Pero no debemos de perder la perspectiva y un simple vistazo a estas hermosas tierras del Valle de los Pedroches nos demuestra a cada paso que damos como se puede aprovechar todos y cada uno de los recursos que nos pone delante de nuestros ojos la naturaleza.
Si algo es abundante por aquí (además de las encinas) son las piedras, y claro si tenemos necesidad de acotar las fincas para que el ganado no se escape que mejor elemento que ella para hacer las vallas.
La variedad es infinita, pero la arquitectura es siempre la misma, una sobre otra con una pequeña capa de "cemento de golondrina" (agua más tierra).
El porte de las piedras no es pecata minuta, ni muchísimo menos, al contrario podemos observar vallas con unos más que considerables pedruscos.
Las comparaciones son odiosas pero donde se ponga una de estas vallas que se quiten esos horrorosos alambres de espinos.
Su construcción cumplía una doble misión, la primera el tener un vallado en condiciones y la segunda el limpiar de piedras las dehesas. Porque se hacían antes y ahora no? Pues evidentemente porque la mano de obra era gratuita, practicamente, y sobre todo porque no existían las malditas prisas que hay hoy en día. Benditos tiempos aquellos que ya no volverán...afortunadamente.
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