Con los primeros meses del año nuestras águilas imperiales comienzan sus juegos amorosos en pos de realizar una vez más la procreación de la especi, y a fe que cada día observamos más ejemplares por estas tierras de Cardeña. Cada vez son más los territorios donde se establecen una pareja de estas bellas aves y es que las condiciones para su reproducción son proporcionales a la existencia de conejos y perdices y la conciencia de los cazadores que parece que se va recuperando poco a poco.
Las jóvenes imperiales tienen que ir buscando su pareja y si el verlas solas es algo más o menos habitual.
En una mañana radiante del mes de febrero nos llama la atención el ver a dos jóvenes juntas en un vuelo majestuoso.
Y cuando comprobamos que se lanzan reclamos y se sitúan una sobre otra el espectáculo no puede ser más maravilloso.
Cada vez se acercan más una a la otra, hasta que practicamente se tocan sus alas y garras y es cuando ya no nos cabe la menor duda de que se ha establecido otra joven pareja en las dehesas de Cardeña. Una nueva familia, un nuevo territorio conquistado, una oportunidad más de poder observar el milagro reproductor de estas rapaces y unos momentos para sentir una inmensa satisfacción por poder comprobar "in situ" como se hacen carantoñas dos enormes rapaces antes de iniciar seguramente la cópula en un lugar apartado y con la suficiente intimidad.
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