Desde aproximadamente el kilómetro 129 de la carretera N-420 (Cordoba-Puertollano) sale un camino público que en aproximadamente 7 kilómetros nos acerca hasta un lugar histórico como es la Venta de la Inés. La entrada si vamos dirección Puertollano es un tanto problemática ya que existe una línea continua y hay que seguir un poco más adelante hasta poder hacer un giro a la izquierda y volver en sentido contrario.
Las indicaciones que existen están un tanto, o mucho, abandonadas, aunque la ruta no tiene perdida y transcurre todo por camino público e incuso apto para hacerlo en cualquier turismo. Evidentemente se disfruta mucho más si vamos "pateando".
Desde el camino miraremos hacia el puerto de Niefla que nos ha dado la bienvenida al Valle de Alcudia, por cuyas entrañas se desarrolla toda la excursión.
Pasaremos junto a enormes cortijadas que incluso ponen algunas notas de color en los días nublados del invierno y que son vestigios de la enorme riqueza ganadera que historicamente ha tenido Alcudia.
Prueba de que todavía existe, aunque venida a venos, dicha riqueza ganadera lo es la presencia de necrófagos como este buitre negro que le costo remontar el vuelo y es que seguramente tendría el buche bien lleno.
La Sierra Sur de Alcudia está paralela al camino y a escasos metros, lo que da lugar a sorpresas como esta que nos llevamos al ver un águila real debajo de la encina, que levantó el vuelo al percatarse de nuestra presencia.
Los cordeles, veredas y en definitivas caminos públicos que surcan el inmenso Valle de Alcudia son numerosos y es una pena que no exista una mejor señalización y explicación de por donde transitamos.
La zona de pastos del principio va dando paso a la dehesa y encontramos rebaños de ovejas que son vigiladas por los mastines, perros que estaban preparados para defender el ganado del ataque de los lobos, cuando estos existían por estos lares.
Los rabilargos, que suelen ir en numerosas pandillas, serán muy fáciles el observarlos.
Si además han llegado los fríos podremos escuchar y ver a la grullas que vienen del norte de Europa a degustar las bellotas castellanas.
Recelosas, como pocas, inician el vuelo al momento que ven acercarse por el carril a los bichos de dos patas. Y con ello nos regalan bonitas imágenes de su despegue.
Pasaremos varias cancelas canadienses que nos marcan el paso de unas finca a otras.
Un poco antes del final de la ruta pasaremos por debajo de las vías del AVE y nuestro camino seguirá hacia la izquierda tras pasar el túnel.
Otro cruce de caminos y la llegada a la finca la Cotofía nos dice que nuestro final está a unos metros.
La Venta de la Inés nos recibe con las puertas abiertas, y no es metafórico, ya que su propietario Felipe estará encantado de entablar conversación con cualquier buena persona que se digne a visitarlo. Si queremos andar un poco más merece la pena subir un pequeño puerto en el camino que va hacia Horcajo desde el que tendremos una excelentes vistas de todo el Valle de Alcudia. O bien acercarnos hacia el Puente de Alcudia, serían unos 4 kilómetros más (y otros tantos de vuelta) en ambos casos.
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