Primavera rebosante donde las abubillas tienen un incesante trasiego del suelo a las encinas y de ahí de nuevo al suelo a buscar insectos y gusanos con su largo y curvado pico. Y todo ello para alimentar a su pequeña prole que tendrán a buen recaudo en un pequeño agujero de una vieja encina.
Tan solo hay que ser prudente en la distancia y observar durante un buen rato para ver quienes son los receptores de esos "bichos" que transportan repetidamente la pareja de abubillas.
Primero se buscan un buen posadero desde donde poder atisbar si algún peligro le acecha, y es que las urracas y rabilargos están siempre observando donde poder expoliar algún nido de cualquier otra ave.
Una vez que comprueba que no hay peligro se lanza sobre la boca del agujero y rapidamente deja la comida en el "gaznate" de alguno de los pequeños pollos y con la misma rapidez vuelve a alejarse de la entrada del nido.
Todo un pequeño espectáculo que se repetirá millones de veces en distintas especies, distintos nidos de los miles y miles de encinas, alcornoques, robles, quejigos y un largo etcetera de especies que tenemos la suerte de albergar por estos lares de Sierra Morena.