En uno de los rincones más bonitos y a la vez más inaccesibles de toda Sierra Morena Oriental, se encuentra un lugar idílico que bien merecería convertirse en una de las rutas más esplendidas de nuestra geografía peninsular. Se trata de las Calderas del río Valmayor, unas pozas de agua cristalina que se han formado tras miles de años de desgaste de las rocas que conforman estas serranías
La ruta discurre por unos parajes constituidos por un excepcional monte mediterráneo y atraviesan una zona de alto valor ecológico y sobre todo cinegético. Y es ahí donde comienzan los problemas, el carril por el que discurriremos gran parte de la ruta es público y constituye un camino que se denomina de Fuencaliente a Solana del Pino (Ciudad Real), aunque pertenezca al Parque Natural de Andujar en su inmensa mayoría.
La entrada al dicho carril está en la carretera que une Puertollano con Andujar y a la altura del cortijo del Hontanar, en el límite de Andalucía y Castilla la Mancha, se encuentra una valla que impide el paso de vehículos. Pero existe otra a su lado por la que se permite el paso de senderistas.
No obstante rara vez no aparecerá un guarda que intentará disuadirnos de que por allí no se puede andar, que el camino es particular, que hay que pedir permiso al parque, que... en definitiva tratará de disuadirnos de nuestras intenciones. Si tenemos una buena mano izquierda no tiene porque haber problemas ya que realmente lo que temen es a los furtivos que hacen de las suyas con el ganado de la zona. De todas maneras tenemos que tener bien claro que esta es una vía pública y así se encuentra registrada en la pagina del ayuntamiento de Fuencaliente (fuencaliente.net).
Tomaremos el carril hacia el frente y comenzaremos descendiendo poco a poco, a nuestra izquierda se encuentra Sierra Quintana y a la derecha una serie de lomas que se extienden hasta la Virgen de la Cabeza y que ambos constituyen uno de los últimos bastiones del lobo y de lince ibérico.
Igualmente hay que estar atentos al cielo ya que es muy habitual la observación de águilas imperiales y reales y buitres leonados y negros.
LLegaremos a las ruinas de un antiguo cortijo y a partir de ahí tendremos una corta pero inclinada bajada hasta llegar a las orillas del río Valmayor.
Tras unos quinientos metros de bajada estaremos sobre el famoso "vado" del Valmayor, un paso asfaltado para superar las crecidas frecuentes de este río que atraviesa como una daga Sierra Quintana y pone en contacto el precioso Valle de su mismo nombre con el Parque Natural de Andujar y que desemboca unos kilómetros más abajo en el río Yeguas.
Aquí podremos descansar un rato y contemplar las bellas pozas donde no es difícil observar al esquivo martín pescador y a la escasa nutria o al menos sus deposiciones.
Aquí comienza la parte más complicada de la ruta y a la vez la más bonita, porque debemos de tomar dirección hacia dentro de la estrechez que ha conformado el paso del río en su caminar hacia el Yeguas.
Y es que desde este punto hasta el paraje de las Calderas no existe ningún sendero ni señalizado ni sin señalizar, simplemente puede haber sendas que utilizan los animales o bien tomar la calle de en medio y enfilar hacia el estrecho. Por donde? pues nosotros utilizamos el río, y es que si vamos en época donde no haya mucho cauce es factible hacerlo por sus orillas o incluso por partes del cauce. Logicamente hay que evitar épocas de lluvias recientes y mejor a finales de verano, comienzo de otoño. Tenemos que tener en cuenta la calor que puede hacer y el que no existen fuentes para aprovisionarnos en todo el camino.
El ir por el cauce nos proporcionará unas vistas preciosas del desgaste que sufren las rocas por el pasar continuo de las aguas sobre ellas.
Tan solo nos saldrá por nuestra derecha un arroyo tributario del Valmayor, que evitaremos y seguiremos de frente hasta que aproximadamente una hora después de iniciado el camino desde el "vado" llegaremos a vislumbrar el paraje conocido como "Calderas del Valmayor".
Veremos una primera poza o caldera y luego hay otras dos más que tendremos que trepar un poco por su orilla izquierda o derecha, dependiendo del caudal, para poder verlas. Es una pequeña trepada que hay que hacer y en la que tendremos especial cuidado con lo resbaladizo de la roca.
Ese pequeño esfuerzo merece la pena ya que podremos contemplar otras dos pozas o calderas verdaderamente maravillosas y que conforman un espacio único en Sierra Morena y que desgraciadamente se encuentra vetado para la inmensa mayoría de aficionados al senderismo.
Se trata de una excursión un tanto exigente, de unas 6 horas de duración (ida y vuelta) y con las dificultades añadidas que hemos comentado anteriormente, pero que con un poco de interés por parte de las Administraciones se podría conformar una ruta de senderismo fantástica y que daría a conocer un lugar precioso en un entorno maravilloso. Abrirla determinadas fechas, limitar su acceso a un número clausus, solicitud de permiso, en fin se pueden habilitar formulas que permitan mantener la "intimidad" que requiere la zona y sobre todo la compatibilidad entre caza y turismo, es decir entre dueños de fincas y senderistas. Respetémonos entre todos, nos irá mejor.